lunes, 16 de mayo de 2011

ESCRITOS - Psic. Octavio Huerta




La juventud y la personalidad

El periodo adolescente suele estar cargado de diversos cuestionamientos, entre los que se incluyen, por ejemplo, preguntas como: ¿qué nos diferencia del resto?, ¿cuáles son nuestras mayores habilidades?, ¿en qué podríamos mejorar? Esto conjuntamente con la decisión, y a veces duda, sobre la carrera profesional que se elegirá, suele ser causante de cierto malestar en la juventud

Independientemente de la orientación vocacional hacia la que estemos inclinados, considero de sumo interés que los jóvenes se planteen una cuestión que podría resultar de ayuda, algo más allá del lado de lo académico y más cercano hacia lo introspectivo del ser. Esto es: ¿quienes realmente somos?

En los avatares de la vida son pocos los momentos en los que nos detenemos a pensar sobre esta pregunta. Es posible que la velocidad del mundo en el que vivimos, la presión laboral y/o académica a la que nos vemos expuestos tanto desde el ámbito familiar y social, resten interés a este tipo de reflexiones. Sin embargo, esta pregunta suele estar siempre en nuestra mente, independientemente de si  nos percatamos de ella o no.

Ante lo expuesto, cabría iniciar reconociendo que muchas veces no somos lo que mostramos de nosotros hacia los demás. De aquí cabe citar la definición de persona, desde el concepto entendido por el psiquiatra-analista suizo Carl Gustav Jung; es aquello que utilizamos a manera de máscara como presentación hacia los demás, que en definitiva nos permite adaptarnos a nuestro entorno, a las diversas situaciones sociales a las que nos vemos expuestos a diario. A pesar de la utilidad de realizar este proceso adaptativo, esta forma de responder socialmente, siguiendo a C. G Jung, puede ocasionar que se confunda  la mascara con el sí-mismo, y esto a su vez,  pueda derivar en un malestar.

Es decir, aparentamos ser, por ejemplo, muy estrictos en nuestras labores académicas, trasladamos esa rigidez hacia nuestros hermanos, novio/a, amigos, etc. ¿Pero somos realmente eso? o ¿vamos adaptando esa máscara tan profundamente en nuestra concepción de nosotros  mismos, de tal manera que luego nos es muy difícil desprendernos de ella?

Otro elemento de análisis es que quizás de alguna manera nos sentimos seguros proyectando agresividad, rigidez, etc., por lo que a medida que pasa el tiempo, nos es muy difícil desprendernos de esta forma de ser que nos brinda protección. En sentido similar, existe el caso de aquellas personas que suelen comportarse como si nada les afectara en la vida, cabría plantearse la pregunta de si esto no es otra forma de responder a aquella  realidad en donde todo les preocupa, inclusive más que a la mayoría.

En definitiva todos poseemos ciertas características que forman parte de nuestra personalidad, pero en ocasiones al existir rigidez en nuestra forma de actuar, suelen presentarse ciertos conflictos tanto intrapersonalmente como interpersonalmente. Por lo que el buscar la flexibilidad en el uso de estas máscaras puede ser de utilidad. Saber, por ejemplo, que en ocasiones se puede ser muy estricto, en otras mostrar cierta debilidad. En oportunidades se puede ser muy divertido, pero cuando la ocasión lo amerite tomar una postura seria, etc. Es decir, reconocer cuales son nuestras máscaras para emplearlas de manera de adaptativa, mas no ligarnos a ellas cayendo en el auto engaño. De esta forma podremos quizás, en su momento, desprendernos de cada una de ellas e ir descubriendo de a poco el camino que nos lleve a un entendimiento un poco más real sobre quienes realmente somos.
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